Una Jornada Histórica en Cuyutlán

Crónica del VI Festival de la Sal y el Centenario de la Cooperativa de Salineros de Colima

La Asociación de Cronistas de Colima, representada en esta ocasión por Petronilo Vázquez Vuelvas (también uno de los organizadores), Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda, Miguel Chávez Michel, José Luis Márquez Figueroa, Gabriel Velasco Larios y quien esto escribe, José Salazar Aviña, tuvimos el privilegio de asistir a la inauguración del Sexto Festival de la Sal y la celebración de los 100 años de la Sociedad Cooperativa de Salineros de Colima. El evento tuvo lugar el viernes 16 de mayo de 2025, comenzando puntualmente a las 18:15 horas, en el hermoso entorno del Hotel La Villa en Cuyutlán, Colima.

La jornada se inició con la bienvenida a un “público muy selecto” y la presentación de las personalidades presentes, incluyendo al presidente de la junta local de Cuyutlán, Abel Estopín Mayoral, y a Luis Miguel Ramos Lugo, presidente de la cooperativa Salineros de Colima. La inauguración formal del festival corrió a cargo del regidor Aarón Augusto Quizamán Magaña, quien asistió en representación del presidente municipal Cruz Méndez. El regidor Quizamán subrayó la relevancia histórica y económica de la sal de Cuyutlán, destacando que este producto ha trascendido fronteras durante 200 años, poniendo en alto el nombre de Colima. Afirmó que Cuyutlán, con sus salinas y riquezas naturales, es un “bastión muy importante” y que el eco de este festival llegará a todos los rincones del estado, el país y otros países. Declaró inaugurado el sexto festival a las 6:15 de la tarde de ese viernes de 2025.

El corazón de la jornada fue un ciclo de conferencias a cargo de dos destacados ponentes. La maestra Irma López Rasgado, presidenta de Sociedad Defensora del Tesoro Artístico de México (SODETAM) Colima e investigadora, ofreció una mirada profunda a la época virreinal (siglos XVI, XVII, XVIII) y su relación con las salinas. Presentó un tema que calificó de “incómodo”: la esclavitud, no solo la de origen africano, sino, muy relevante para el contexto de Cuyutlán, la esclavitud indígena. Explicó que, aunque la corona española prohibió formalmente la esclavitud de los indígenas en 1542, en los documentos históricos se evidencia la existencia de “indios esclavos salineros”. Describió cómo, a través de sistemas de coerción laboral, como el endeudamiento que incluso se heredaba, se perpetuó la explotación. La maestra López Rasgado, basándose en archivos y documentos como testamentos, mencionó nombres de españoles que tenían “criados sirvientes salineros”. Destacó que la sal fue un pilar económico clave en la Nueva España y que su producción dependió en gran medida del sometimiento de las comunidades indígenas. Resaltó la herencia multicultural de Colima, con influencias mesoamericanas, europeas, africanas y asiáticas, manifestada en la comida, danza, y lenguaje. Citó a investigadores como Juan Carlos Reyes Garza (quien llamó a la sal “el oro blanco de Cuyutlán”), Felipe Sevilla del Río, Dr. Miguel Galindo, y la Dra. Oriana Saret Gaytán Gómez. Mencionó la importancia de la documentación de Nicolás de Pineda sobre el comercio, incluyendo el de esclavos. También señaló que la mayoría de los capataces en las salinas eran de origen africano.

Posteriormente, el maestro Luis Larios García, investigador del Archivo Histórico del municipio de Colima, compartió hallazgos de su trabajo. Comentó sobre la familiaridad que ha desarrollado con la cooperativa, físicamente vecina del archivo. Mencionó que, revisando actas de Cabildo del siglo XIX, encontró referencias constantes a la sal, notando que los altos impuestos a la sal se destinaban a la educación pública. Compartió anécdotas encontradas en juicios verbales del archivo, incluyendo un perturbador caso de violencia de género en las salinas, y otro sobre contrabando de tabaco oculto en costales de sal. Se centró en la historia de la Cooperativa de Salineros, explicando que, aunque Felipe Valle decretó la nacionalización de las salinas en 1919, la formalización completa de los permisos de explotación para los salineros se logró hasta 1952, después de un largo conflicto legal. Leyó extractos del acta constitutiva de la cooperativa, fechada el 8 de enero de 1925, detallando su estructura inicial y propósitos. Mencionó que la cooperativa se fundó en una época de grandes cambios políticos y la formación de estructuras corporativistas en México. Enfatizó la riqueza del archivo documental de la cooperativa resguardado en el Archivo Histórico del Municipio de Colima, detallando la variedad de documentos disponibles (correspondencia, registros financieros, listas de socios, reportes de producción y venta, telegramas, etc.), así como un fondo fotográfico con imágenes de Cuyutlán.

Las intervenciones continuaron con reflexiones sobre el presente y futuro. Petronilo Vázquez Vuelvas, como organizador y cronista, compartió su profunda conexión con la cooperativa, de la cual su abuelo fue fundador en 1925. Elogió la vigencia, productividad y efectividad de la cooperativa a pesar de las dificultades internas. Explicó detalladamente el sistema de apoyo a los socios: la “cuota de marcha” inicial, las “rayas” o pagos semanales durante la zafra, y la liquidación final de la producción. Resaltó que la cooperativa garantiza la supervivencia y estabilidad a 190 socios y a las alrededor de 450 a 500 familias que dependen indirectamente de esta actividad, haciendo un llamado a fortalecerla y apoyarla. Un representante, el secretario de la cooperativa, expresó el orgullo de los socios y trabajadores por cumplir 100 años, destacando el esfuerzo diario que implica el trabajo en las salinas y la importancia de la difusión y el apoyo.

Scott Mfland, el anfitrión del Hotel La Villa, dio una cálida bienvenida, destacando el honor de apoyar la celebración. Compartió una conexión personal con la sal a través de su ascendencia Hawaiana. Su discurso, leído en traducción, enfatizó que la sal es un pilar fundamental de la civilización, esencial para la conservación de alimentos, la economía y la cultura. Describió a la gente que trabaja la sal en Cuyutlán como “humilde, esencial y genuina”, la “sal de la tierra”. Manifestó su deseo de que las salinas sigan produciendo sal por otros 100 o 500 años, convencido de que los mejores años de Cuyutlán están por venir.

El presidente de la junta local de Cuyutlán, Abel Estopín, añadió contexto histórico, recordando que la población de Cuyutlán era mayor que la de Armería y que el tsunami/maremoto de 1932 llevó a que se planificara y fundara Armería, regalando lotes a los sobrevivientes de Cuyutlán. También recordó que Cuyutlán perteneció a Manzanillo y compartió un detalle simpático sobre el caso de la mujer adúltera castigada con sal mencionado por el maestro Larios: “el mayor tormento de haber sido estar amarrada y no poderse matar a los zancudos”. Destacó la importancia de la cooperativa en los eventos y la cultura de la comunidad.

Nuestro compañero del colectivo de cronistas y amigo Miguel Chávez Michel, se centró en compartir anécdotas históricas y personales relacionadas con Armería y Ejido Cuyutlán.

Comenzó expresando su respeto y admiración por los demás ponentes, a quienes llamó “maestros”. Mencionó una charla que dio recientemente en Ejido Cuyutlán con motivo de su centenario, durante esa charla, sorprendió a muchos al decir que en Armería y Cuyutlán hubo esclavos negros trabajando. Habló sobre los fundadores de Armería, muchos de los cuales permanecieron allí. Destacó la figura de Francisco Linares, uno de los fundadores, quien fue miembro de la directiva de la cooperativa y el primer presidente del comisariado ejidal de Ejido Cuyutlán en 1932, a quien describió como amigo de Ricardo B. Núñez, un joven inquieto que estudió para maestro sin titularse fue de los pocos que recibieron a Madero en su campaña y lo acompañaron, y luego fue carrancista y participó en política en Colima y Armería, donde aún hay descendientes suyos. Señaló que el auditorio de Ejido Cuyutlán lleva el nombre de Francisco Linares.

También relató cómo el maremoto de 1932 y los sismos posteriores llevaron al gobierno estatal a decretar la erección del pueblo de Armería en 1935 con el propósito central de trasladar a los sobrevivientes de Cuyutlán a un lugar más seguro. Mencionó que a los sobrevivientes, incluida su abuela, les dieron un lote en lo que hoy es la ciudad de Armería, al igual que a muchas familias importantes de la zona como Isaac Ramírez Barajas y Don Estanislao Delgado. Explicó que posee mucha información porque, de niño y joven, fue “raro” al convivir principalmente con ancianos, criándose con su abuela, quien le contaba historias del maremoto, la Revolución y Francisco Villa, por ello, nos revela que sus fuentes informativas, como cronistas, son principalmente orales, provenientes de los ancianos de Armería que le tuvieron confianza, al punto de regalarle documentos que aún conserva.

Concluyó felicitando a todos, y de manera muy especial a su amigo Petronilo, a quien considera el “motorcito” de los festivales de la sal, destacando el éxito de haber llegado al sexto festival a pesar de las dificultades iniciales. En resumen, su intervención fue una mezcla de historia local, personajes clave, eventos naturales significativos y experiencias personales que forjaron su conexión con la historia oral de Armería y Cuyutlán.

Nuestro compañero Miguel Chávez Michel dedicó su intervención a compartir anécdotas históricas y personales relacionadas con Armería y el Ejido Cuyutlán.

Finalmente, nuestra compañera Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda, cronista de Tecomán, ofreció una intervención reflexiva y personal. Comenzó meditando sobre la dualidad de la sal como “vida y muerte”. Compartió una memorable anécdota personal sobre cómo, al llevar sal de Cuyutlán a Coahuila hace unos 40 años, sorprendió a soldados en un retén en la frontera. La sal, al ser probada, los cautivó por su sabor dulce y sabroso (“esto no es sal, esto está dulce, está sabroso. Esto no es sal, esto está riquísimo”), contrastando con la sal de mina amarga que conocían, y demostrando la calidad y particularidad de la sal de Cuyutlán.

La jornada de inauguración culminó con la entrega de reconocimientos a la maestra Irma López Rasgado y al maestro Luis Larios García por sus valiosas ponencias. Este evento no solo celebró un hito histórico para la Cooperativa de Salineros de Colima, sino que también puso de manifiesto la rica historia, la profunda cultura y la resiliencia de la comunidad de Cuyutlán, ligadas intrínsecamente al “oro blanco” que ha forjado su identidad a lo largo de los siglos. La presencia de la Asociación de Cronistas de Colima en esta celebración reafirma el compromiso de documentar y difundir las historias que dan vida a nuestro estado.

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