En Armería, Colima, el pasado jueves 19 de junio del presente año 2025, a partir de las 09:30 horas, vivimos una jornada memorable que trascendió la mera narración para convertirse en un puente entre el pasado, el presente y el vibrante futuro de su comunidad. El evento, una merecida recompensa a las maestras que presentaron una carta en la Semana del Arte en el municipio de Armería. Este evento fue celebrado en el preescolar llamado Estefanía Díaz que, gracias a la visión de un expresidente municipal, transformó lo que antes fue un lote baldío en un espacio de conocimiento y crecimiento social.
La tarde dio inicio con la magistral presentación de la compañía de teatro Código de Barras, cuyo director y actor, Manuel Acosta, conocido por su “código de barras” y su papel en la presentación del cuento del pájaro “CU”, dio vida a una antigua leyenda
El escenario se llenó de la magia de “La leyenda del pájaro CU”, una narración ancestral del estado de Sonora. El relato nos presentó a un ave singular a quien el destino no le concedió plumas, lo que le hacía sufrir “requete mal” durante el crudo invierno. A pesar de su anhelo por un “hermoso plumaje” y la posibilidad de que otros pájaros tuvieran plumas “de sobra”, el pajarito sentía una profunda vergüenza y “mucha pena” para pedir ayuda. Su timidez era tal que incluso ante la Señora Ardilla, dudaba en expresar su necesidad.
Fue solo cuando el sufrimiento se volvió insoportable que, con gran valentía, se animó a buscar al siempre sabio Señor Tecolote. Su encuentro fue inicialmente cauteloso, con U preguntando por la salud de la madre y el padre del Tecolote, este último descrito como “magnífico” en un museo y “sacudido a diario”. Finalmente, nuestro amigo desplumado reunió el valor para confesar su situación: estaba “pelón” y necesitaba “una que otra plumita”.
La respuesta del Tecolote fue de una generosidad conmovedora: “¡Claro que te daré!” y no solo una pluma, sino que convocó a “todos los pájaros del bosque” para que cada uno regalara una pluma, permitiéndole así “volar”. La invitación del Tecolote demostró su “poder de convocatoria”, atrayendo a pájaros de todas las especies, desde “zorzales” hasta “rojos cardenales”. Con tan solo sus “tres únicas plumitas llenas y caladas”, el pajarito trespeleque se aproximó a la asamblea de aves. Conmovidos por su situación, todos los pájaros le obsequiaron una pluma, que guardó cuidadosamente en un “morralito de suaves hojas de pan”.
La transformación fue espectacular: los árboles le proporcionaron “dulce resina pegajosa”, con la que cubrió su cuerpo y adhirió las “múltiples plumas” recibidas. Al verse reflejado en el río cristalino, los demás pájaros quedaron asombrados, exclamando sobre su belleza y preguntándose si sería un “príncipe de lejanas tierras”. Reconociéndolo, sus amigos lo bautizaron como “Ave del Paraíso”, celebrando su nueva apariencia con cantos y bailes llenos de alegría.
Sin embargo, la alegría se vio empañada por un acto de imprudencia. A pesar de las advertencias de sus amigos, quienes le dijeron que un gran árbol “está encantado y que lo habitaba” el “envidioso duende Alin Yim”, ignoró el consejo y se quedó dormido en él. La luna desplegó su “manto de plata” y los pájaros durmieron, pero al amanecer, el emplumado pájaro ya no estaba. Lo buscaron por todas partes durante un año, sin éxito. La leyenda cuenta que Alin Yim lo “secuestró para quitarle todo su cuerpo, quitándole las plumas y haciendo un largo penacho”. A pesar de esto, se dice que hoy en día, los “indios de la sierra” aún lo han “escuchado cantar”, y el Señor Tecolote “Colore” sigue buscándolo incansablemente. Por ello, se nos invita a “parar muy bien la oreja” en el bosque para quizás escuchar la llamada de Cu.
Después de esta emotiva narración, la audiencia, en su mayoría niños, no dudó en interactuar. Una niña preguntó “¿Por qué se robaron al pájaro que tenía todos los colores?”, a lo que se respondió que fue porque se acostó en el árbol del duende, desoyendo la advertencia del Tecolote, y el duende “Alin Yim” se lo robó para hacer su penacho. Los niños compartieron sus partes favoritas del cuento, algunos mencionando al “búho” (el tecolote) y otros, confusamente, al “perico” que “se quedó pelón”, refiriéndose, al estado inicial de Cu.
La jornada se enriqueció aún más con la presencia de Miguel Chávez Michel, el cronista Oficial de Armería. Él, a quien se refirió cariñosamente como el “viejito”, fue en su momento la “máxima autoridad de aquí de Armería”, y quien “gestionó para que aquí se hiciera esta escuelita, este preescolar y también el seguro social”. El Maestro Chávez subrayó la importancia de las historias, señalando que, así como se entiende “por qué canta el tecolote”, cuando los niños sean más grandes, entenderán “por qué Armería es como es”. Se destacó la sabiduría de quienes, como él, están en la etapa de “viejito”, contrastando con la “niñez” de los pequeños y la “juventud” de las maestras. Además, estuvimos presentes el Director del Centro Colimense de Investigaciones Educativas (CeCIE) rector del Claustro Fiat Lux y miembro de la Asociación de Cronistas, José Luis Márquez Figueroa, así como Roberto Godínez Soto, Tesorero de dicho claustro y José Salazar Aviña, secretario del mismo organismo y también integrante de la Asociación de Cronistas.
Finalmente, se rindió un merecido homenaje a quienes hacen posible la labor educativa: la Maestra Martha Alicia Espinosa Sotelo, encargada de dirección y maestra de segundo A; la Maestra Anabel Figueroa Nava de segundo B; la Maestra Alba Isabel Rodríguez Olvera de tercero A; la Maestra Dora Mónica Ochoa Aparicio de tercero B; la maestra de artes Nancy Cruz Maldonado, quien coorganizó el evento; el Maestro Enrique de educación física; y la Señora Raquel, el invaluable personal de apoyo e intendencia.
Así, entre aplausos y agradecimientos, concluyó una tarde donde la “leyenda emplumada” de Cu, que no solamente fue contada, sino que se entrelazó con la propia historia de Armería, dejando una huella profunda.
Pero José Luis, Roberto, Miguel y quien esto escribe, José, no podíamos terminar nuestra labor sin dejar de llegar a un sitio icónico de Armería, me refiero a una fonda de reconocido prestigio, “Las Morenas”. Ubicada muy cerca del evento. Ahí por la calle Sinaloa # 74 esq. Av. 5 de Mayo. Este negocio familiar ha dado servicio por más de 50 años, haciendo un camino en la gastronomía local e inclusive nacional e internacional. Administrada por la familia Pano, sus platillos tradicionales incorporan recetas locales como la “pepena” y la carne deshebrada, así como guisados de res y cerdo, menudo, chilaquiles y carne asada, haciendo mención especial para los paladares más exquisitos, que las tortillas son enteramente “hechas a mano”, así como el queso fresco es del día, lo cual nos merece un reconocimiento por la calidad y la higiene.
Pero todo tiene su fin y nuestra presencia en esta catedral gastronómica de la provincia colimense nos ha dejado con la satisfacción de conocer un poco de la grandeza de nuestra patria y desde el altar dedicado a la memoria de Doña Fausta Pano, nos llevamos su sonrisa como un recuerdo que nos contagia la alegría de vivir y de servir.