Dos párrafos: Entre la medicina y la magia, los nahuas

Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda

En todos los tiempos los seres humanos han tenido que enfrentar a las enfermedades y los accidentes que pueden incapacitarlos o llevarlos a la muerte, por esto, en muchas culturas, por no decir en todas, la medicina tenía un fondo mágico, de mofo que tanto la enfermedad como la salud se asociaban a lo sobrenatural, adjudicando a las divinidades un poder al que la medicina acudía en el pasado; al paso del tiempo la humanidad fue desarrollando conocimientos para hacerles frente y transitó lentamente de los rituales mágicos a los procedimientos apoyados en la ciencia. En Mesoamérica, en territorio ahora mexicano, integraron ambos factores, el divino y el conocimiento empírico       que además tomaba en cuenta lo que podría denominarse la personalidad del individuo, lo cual pensaban que sucede cuando se ve alterada la armonía natural entre ciertos puntos energéticos y la sensibilidad anímica, afectando la salud. En los trece capítulos del “Libro sobre hierbas medicinales de los pueblos indígenas”, del sabio Martín de la Cruz, del Colegio imperial de Santa Cruz de Tlatelolco (1552), como el título lo anticipa explica el uso de las propiedades medicinales de las hierbas para curar malestares y enfermedades; se le conoce también como el Códice Cruz-Badiano y en él, Martín de la Cruz menciona 227 plantas medicinales, con la respectiva ilustración de 185 de ellas.

Respecto a la medicina entre los nahuas, habían conceptualizado que en el cuerpo humano existían tres entidades anímicas y cualquier alteración en ellas podía causar malestar, enfermedad o muerte: 1.-Tonalli en la cabeza, en ella se tiene la conciencia y la capacidad para razonar, así como el destino, habilidades, defectos y personalidad e incluso causa de fallecimiento, lo cual era interpretado y confirmado desde el nacimiento por un tonalpouhque, el sacerdote especializado en la lectura del tonalamatl, un calendario asociado con deidades y con la adivinación; para proteger al recién nacido se le cubría la coronilla (fontanela) y no se les cortaba el cabello. 2.- Ihíyotl, en el hígado y el aliento, estudiando el hálito que se asociaba a las pasiones y cuando era desagradable se coligaba a la envidia y la codicia. 3.- Teyolia, era el tipo de muerte, regía el pensamiento y el equilibrio emocional, generando una energía que en el más allá mantenía el estado de conciencia del fallecido y definía el espacio ultraterrenal en el que estaría. Cabe anotar que la fecha de nacimiento se asociaba a una deidad, el “patrono” del individuo, quien para lograr su cuidado realizaba danzas, rezos y ofrendas en su honor, e incluso autosacrificios, como punzarse para entregarle su sangre; por ello los médicos nahuas conocían el calendario ritual nahua, el Tonalpohualli, de 260 días, donde cada fecha se asociaba con una parte del cuerpo y con una deidad; es interesante el códice postcortesiano Vaticano A, donde se muestra el cuerpo humano y los glifos que designan los días. Para finalizar por hoy, vale mencionar la asociación entre deidades y enfermedades, así la hidropesía y la gota se relacionaban con Tláloc, las cutáneas con Xipe Totec, las respiratorias y parálisis con Ehecatl y las picaduras de alimañas con los dioses del inframundo.


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