José Salazar Aviña
En el corazón de Colima, donde las tradiciones se entrelazan con la imaginación, surge una historia que captura la esencia de la creatividad y la conexión humana, la de “Dinopiñata”. Este relato no solo es un viaje por la confección de piñatas, sino también una exploración de cómo el arte, en sus diversas formas, puede transformar vidas y unir generaciones.

Tal y como se había acordado, varios integrantes del Claustro Fiat Lux que depende del Centro Colimense de Investigaciones Educativas (CeCIE) y de la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades de Colima en las personas del propio Rector, Dr. José Luis Márquez Figueroa; el tesorero del Claustro Dr. Roberto Godínez y el que esto escribe, secretario del Claustro Dr. José Salazar Aviña, nos dimos cita el pasado viernes 20 de junio de este año 2022 en la comunidad de Jala. Llegamos al preescolar Juana Urzúa Delgado a las 09:30 horas y ya nos esperaban el personal de esa escuela; Daniela Martínez, docente encargada del preescolar; Alexa Sánchez de la Madrid, educadora y docente frente a grupo; Arturo Hernández Corona, staff de la producción de Dinopiñata; Nancy Maldonado, titiritera y Claudia Inés Vázquez Pérez, quien trabaja en la intendencia.

Nuestro asombro era mayor porque encontramos una bonita escuela, limpia con su mantenimiento correcto y con grandes murales con motivos infantiles que alegrarían el corazón de cualquiera, togo lo anterior con una vista inigualable del cerro de Jala o de los libros. El verdor y los sonidos palpitantes de vida animal impresionan los sentidos.

Como hay mal tiempo, no fue posible que asistieran los niños a la escuela por lo que optamos porque Nancy Maldonado nos explicara la obra que se presentaría y sus detalles, lo que compartimos con el selecto publico que leerá esta crónica.
La narrativa central de “Dinopiñata” gira en torno a José María Piñatero, un maestro en la confección de las piñatas “más grandes y coloridas”. Sin embargo, su vida está marcada por un peculiar problema familiar: su hijo, Crepé, vive oculto en una caja y le tiene miedo a las piñatas, una ironía para un piñatero. José María intenta de todo para que su hijo salga, sin éxito.

La trama se complica y se enriquece cuando doña Marita Merengué de Avellano encarga una piñata muy especial: un dinosaurio para el quinto cumpleaños de su hija Colación. Este pedido presenta un desafío único para José María, quien, al no saber qué es un dinosaurio, emprende una investigación profunda en la biblioteca del pueblo, consultando “todas las fuentes posibles y por haber”.
Es durante esta búsqueda que ocurre la magia. Crepé, intrigado por la inusual actividad de su padre, asoma la cabeza de su caja por primera vez. José María, astuto, se da cuenta del interés de su hijo y prolonga su búsqueda intencionadamente para mantener a Crepé enganchado. Finalmente, Crepé sale de su caja, se acerca al taller de su padre y observa el proceso de creación.
Así nace Dinopiñata, inicialmente con el propósito de ser rota en una fiesta infantil. No obstante, José María le hace “ajustes y cositas” para que se convierta en “el mejor amigo de Crepé”. Juntos, Crepé y Dinopiñata comienzan a vivir una “vida infantil de niño de 5 años”, que Crepé no había experimentado antes. La narrativa enfatiza la magia de la imaginación infantil, donde, aunque José María Piñatero maneja a Dinopiñata, en la mente de un niño, el títere se mueve y se relaciona por sí mismo, facilitando una nueva forma de relación entre padre e hijo.
El cuento culmina con Crepé asistiendo por primera vez a una piñata infantil, conviviendo con otros niños y con el colorido entorno, marcando un hito en su desarrollo.
La puesta en escena de “Dinopiñata” es enriquecida con elementos musicales y participativos. Se acompaña con melodías desde el inicio (con guitarra), una melodía para la parte melancólica y dos juegos interactivos para la parte divertida. Uno de estos juegos es auditivo, donde los niños escuchan un instrumento especial y “mueven su cuerpo de manera natural”. La historia concluye con la tradicional canción “Dale, dale, dale” y la ruptura de la piñata.

Conexiones con la Rica Historia Titiritera de Colima y México
La presentación de “Dinopiñata” evoca profundas reminiscencias de la tradición titiritera en México y en particular en Colima. Se recuerda con cariño un lugar llamado Chupamirto, una carpa en la feria de Colima que, en su época, presentaba obras de títeres y artistas notables. Aquí, muchos tuvieron la oportunidad de ver a grupos como “Los Xochimilcas”, conocidos por su habilidad musical y su originalidad. Se narra la fascinación de una calaverita que bailaba en la oscuridad con luz fosforescente, desarmándose y volviéndose a armar, generando admiración en el público.



La pasión por los títeres también se conecta con el museo de títeres “Los Hermanos Aranda” en Tlaxcala, una compañía con una historia que se remonta a los años 1800. Además, se comparten experiencias en el programa MAC (maestro de actividades culturales) en el Plan de Actividades Culturales de Apoyo a la Educación Primaria, mejor conocido como PACAEP, donde se enseñaba teatro y la creación de títeres a niños de primaria. Las anécdotas de los niños confeccionando sus propios títeres, como una “chinita” y un “burrito”, y cómo su inventiva e imaginación superaban a la de los adultos, resaltan el poder creativo de la niñez.
El Arte de las Piñatas y su Impacto Cultural
La piñata, elemento central de la historia, también tiene su propia narrativa cultural y práctica. Se menciona la dificultad de conseguir papel crepé en otras regiones, como donde reside la hija de uno de los participantes en Estados Unidos, quien elabora piñatas para sus propias hijas. En esos lugares, una piñata puede costar entre 80 y 100 dólares, y el papel crepé de calidad es escaso y caro. Esto subraya el valor y el trabajo artesanal detrás de cada piñata, y cómo un material tan básico puede ser un tesoro para un artesano.

Detrás de Escena: Los Creadores de la Magia
La realización de proyectos como “Dinopiñata” es posible gracias al esfuerzo y dedicación de diversas personas:
Nancy Maldonado, Titiritera; Arturo Hernández, staff de la producción de Dinopiñata; Daniela Martínez, docente encargada del preescolar Juan Urzúa; Alexa Sánchez de la Madrid, educadora y docente frente a grupo y Claudia Inés Vázquez Pérez, quien es intendente.

Esta crónica busca resaltar la riqueza cultural de las piñatas y los títeres, dos formas de arte popular que, como demuestra “Dinopiñata”, continúan inspirando y conectando a las personas, especialmente a los niños, con la magia de la imaginación y la importancia de la familia. Espero que esta crónica traiga gratos recuerdos de la niñez del lector y se apoye más a la difusión de estas actividades que generan sociedad.

Nos despedimos de este rinconcito de Colima, reconociendo la riqueza biótica y social de nuestra patria chica que tanto queremos.